Ricardo Ruiz comparte historias de trabajadores inmigrantes en ‘Teníamos nuestras razones’
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Cuando Ricardo Ruiz empezó a trabajar en el proyecto que se convertiría en un poemario premiado, a menudo escribía solo en su escritorio, a altas horas de la noche, mientras el resto de su familia ya se había ido a la cama.
Ruiz recuerda la sensación de síndrome del impostor y las lágrimas derramadas por no saber si sería capaz de hacer justicia a las historias que contaba.
“Todo de lo que me sentía capaz, incluso ahora, es como…’solo quiero volver a casa y conducir una cosechadora’”, dijo.
El poemario, titulado “We had our reasons / Teníamos nuestras razones”, cuenta historias compartidas por amigos y familiares del poeta sobre su decisión de abandonar su hogar en México para trasladarse a una remota comunidad de Estados Unidos.
Ruiz, mexicano-americano de primera generación que creció en Othello, Washington, es hijo de trabajadores de una fábrica de papa. No aprendió inglés hasta la escuela primaria, mencionó. Al igual que sus padres, muchos de los narradores de “We had our reasons / Teníamos nuestras razones” son trabajadores que hablan principalmente español.
“En la colección hay una narradora llamada Abigail. Es miembro de una iglesia a la que yo iba, y me conecté con ella a través de mi antiguo pastor. Su historia es valiosa y digna de ser leída y contada”, explicó Ruiz.
El trabajo de Ruiz, poeta de formación clásica, consiste en elevar esas voces.
Si los elogios sirven de evidencia, parece que lo ha logrado. “We had our reasons / Teníamos nuestras razones” ganó el Premio del Libro del Estado de Washington 2023, y ha sido elogiado como “poderoso” y “evocador” por los lectores. Es un logro importante, pero Ruiz asegura que no considera que los poemas o su éxito, sean sólo suyos.
Los epígrafes de los poemas incluyen los nombres de los narradores junto con el de Ruiz: “Lorena y Ricardo”, “Centavo y Ricardo” o “Francisco y Ricardo.”
No habría libro de poemas sin las personas que compartieron sus historias, afirmó Ruiz,
Ruiz dijo que la confianza construida a lo largo de años de relaciones permitió que de las entrevistas que realizó surgieran verdades más profundas. Conocía a Patty, una narradora, desde hacía casi 20 años cuando la entrevistó para la colección.
“Las entrevistas, aunque formales, eran en realidad conversaciones entre amigos. Pude grabarlas porque años de confianza estaban ahí”, mencionó Ruiz.
Toda la colección se publicó en inglés y español. Fue un paso que Ruiz consideró crucial en el proceso de colaboración con sus coautores.
Ruiz dijo que sabía que si iba a pedir a las personas que entrevistó que compartieran sus historias, el trabajo final tenía que ser accesible para ellos.
“Traducir toda la colección era una necesidad. Ahora la colección puede vivir, ante todo, en la comunidad que la vio nacer”.
En una lectura en Lewiston, Idaho, el viernes por la noche, Ruiz dijo que una de las experiencias más significativas que tuvo tras la publicación del libro fue cuando visitó una escuela en Kennewick. Recibió una nota de un niño de una clase que visitó.
“Empezó en inglés y dijo algo así como: ‘Necesito saber quién es tu peluquero para que, cuando llegue a Seattle, pueda ir a que me hagan un corte ajustado como el tuyo’”, contó Ruiz.
Pero después de hablar de cosas como la ropa y el pelo en inglés, relató Ruiz, el niño cambió al español. Reflexionó sobre un poema que Ruiz escribió sobre su infancia en Othello, ayudando a su madre a recoger cerezas y comiendo en la cajuela de un carro.
“Pasó de hablar en inglés sobre el pelo y la ropa y las zapatillas a decir: ‘Nunca me había visto en una obra literaria’. Dijo: ‘Tu poema es tan real, porque yo paso los veranos en el campo con mis padres. Gracias, porque por primera vez puedo ver que mi historia se puede contar’”, manifestó.
Ruiz dijo que fue su propia curiosidad sobre su familia lo primero que le llevó a hacer el proyecto. Hasta que comenzó, le había parecido insólito que sus padres nunca hablaran de por qué vinieron a Estados Unidos, ni de lo que vivieron.
“Empecé a darme cuenta de que no era algo exclusivo de mi familia. Muchas familias de allí no hablan de estos acontecimientos y problemas realmente traumáticos”, aseguró.
También dijo que parte de su esperanza para la colección era preservar las historias que grabó para que la próxima generación conociera de dónde venía su familia y los sacrificios que hicieron sus abuelos.
Uno de los poemas, “Silent Crossing, Sleeping to the Other Side” (Cruce silencioso, durmiendo al otro lado), cuenta la historia de una mujer llamada Lorena y lo que experimentó al llevar a su hijo al otro lado de la frontera entre Estados Unidos y México.
Paso silencioso, durmiendo hasta el otro lado (Duración 0:35)
Ruiz dijo que sus hijos, ahora estudiantes de secundaria se preocupan por las actividades cotidianas de ser un adolescente. Cosas como el fútbol, el atletismo y los videojuegos.
“Con toda razón. Deberían ser niños y tener esa libertad para vivir en su mundo y en su juventud, pero realmente quería mantener un espacio para estas conversaciones, para que cuando estén preparados… haya relatos en primera persona de los propios narradores”, afirmó.