Seis Años de Trabajo Y Aún El Agua del Valle de Yakima Necesita Cambios
ESCRITO POR COURTNEY FLATT & ESMY JIMENEZ / NWPB
Traducida por Esmy Jimenez y editada por Gloria Ibáñez/El Sol de Yakima.
Rosalinda Elsa Pina se sienta en la cocina de la casa en que creció y frunce su nariz.
“Esta agua apesta”, dice.
Pina y su hermano Martín Yanez han vivido allí desde 1968. Sus padres arribaron a Zillah para cosechar cultivos, como espárragos y manzanas. Pero hoy, dicen ambos, el Valle de Yakima no es como lo recuerdan en su juventud.
“El agua estaba tan fría, tan refrescante, ¿qué pasó?”, se pregunta Pina.
Hace unos cinco años, los hermanos notaron que el agua de su pozo tenía un olor extraño, así que Pina comenzó a comprar agua embotellada. Ahora la usan para preparar todo, desde su café en la mañana hasta sus caldos y gastan en comprarla alrededor de 20 dólares al mes, un monto poco excesivo, pero acumulable con el tiempo.
En los estudios de contaminantes que realizaron al agua de su pozo encontraron altos niveles de nitratos, éstos carecen de olor y sabor.
El problema de los nitratos
Los nitratos se producen de forma natural, pero también se encuentran en fertilizantes químicos y en estiércol que los granjeros usan como fertilizante.
El agua potable con alto contenido de nitratos no es segura para adultos, especialmente para adultos mayores y niños. El exceso de nitratos en los bebés podría causar el “síndrome del bebé azul”, llamado así porque la sangre del bebé no puede transportar el oxígeno de forma normal, lo que provoca que su piel se torne de color violeta.
Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), los nitratos en el agua potable no deben ser superiores a 10 miligramos por litro. En 2015, esta agencia encontró pozos dentro de un radio de una milla y cerca de tres grandes lecherías con niveles de 14 a 18 miligramos por litro, un número mucho más alto de lo aceptable.
Para eliminar los nitratos en el agua no se pueden usar filtros normales de agua, ya que éstos no desechan los nitratos. Hervir el agua tampoco es una opción pues, aunque parte del agua se evapora, se queda la misma cantidad de nitratos. Solo los filtros de ósmosis inversa ayudan a eliminar los nitratos del agua potable.
Otra opción es comprar agua embotellada, como lo hace Pina.
Los sistemas de agua potable en las ciudades efectúan pruebas de agua para detectar nitratos y otros contaminantes de forma regular. Sin embargo, los pozos privados no entran bajo los estándares de agua potable del estado de Washington, así que es responsabilidad de los propietarios realizar pruebas de su agua y usar un filtro, si se necesita.
Algunos propietarios de pozos también enfrentan altos niveles de bacterias, pesticidas y metales pesados en su agua.
El condado de Yakima sabe que esto es un problema para la gente que depende de sus pozos. Desde el 2008, medios locales como el diario Yakima Herald-Republic publicaron el problema de los nitratos, dejando a muchos con la pregunta de cómo resolver el problema.
Camino difícil en busca de solución
Para encontrar una solución, un grupo de 22 personas formó el Comité Asesor de Aguas Subterráneas en 2012.
El comité está conformado por organizaciones ambientales, funcionarios del condado, del Departamento de Ecología estatal, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés), la Nación Yakama y productores de leche.
Durante seis años trabajaron juntos en un plan para solucionar el problema y justo el 13 de diciembre presentaron sus recomendaciones, aunque con algunos contratiempos.
Primero, dos veces no lograron completar un plan en la fecha fijada. Segundo, se realizó con muchas acusaciones. Los ambientalistas culpan a las lecherías y las lecherías responsabilizan a 100 años de práctica agrícola en el valle. Y tercero, las recomendaciones de limplieza que establece el plan son voluntarias. Esta es una victoria para las lecherías, que dicen que no necesitan más regulaciones. A los ambientalistas les preocupa que los granjeros no sigan las recomendaciones.
Mientras esto sucede, la gente continúa sin agua limpia.
“Realmente no hemos completado lo que nos propusimos hacer”, dice Jean Mendoza, integrante del comité.
Mendoza es residente del Valle de Yakima desde hace mucho tiempo y directora de la organización sin fines de lucro Friends of Toppenish Creek. Ella dice que el comité esperaba limpiar la pozos en 2015. Pero el comité no ha funcionado como debería.
“Fue diseñado para fallar”, subraya Mendoza.
Otros miembros del comité opinaron que el proceso no ha sido fácil.
“¿Ha sido doloroso? Sí. ¿Ha tardado más de lo que pensábamos? Absolutamente”, admite Jason Sheehan, propietario de una lechería en Sunnyside.
“Ha sido muy, muy frustrante”, comenta el ex comisionado del condado de Yakima, Rand Elliott.
Tan frustrante que la Asociación Comunitaria para la Restauración del Medio Ambiente (CORE, por sus siglas en inglés), un grupo ambientalista, abandonó el comité en 2014 con el argumento de que el comité no lograba nada.
‘100 años de agricultura’
La razón por la que este grupo ha trabajado durante seis años es para encontrar una manera de reducir la contaminación por nitratos en el Valle de Yakima, que afecta a unas 2 mil personas, según un informe de 2010.
Nadie sabe con exactitud cuántos de los pozos de la región tienen altos niveles de nitratos porque no hay una agencia encargada de monitorear la calidad del agua en norias privadas. El más reciente informe del Servicio Geológico de Estados Unidos, en 2017, arrojó que el 20 por ciento de los pozos analizados tenían niveles altos de nitratos.
En 2009, EPA designó al Valle de Yakima como una comunidad de justicia ambiental, lo que significa que sus habitantes están protegidos de los “riesgos para la salud” y tienen “acceso equitativo en el proceso de toma de decisiones para tener un ambiente saludable en el que viven, aprenden y trabajan.”
Hasta ahora, el comité no ha logrado ese objetivo para muchas personas en el condado de Yakima, una región con un alto número de Latinos y Nativo Americanos, en comparación con el resto del estado. En donde uno de cada cinco residentes se encuentran bajo el índice de pobreza, y uno de cada cuatro no cuenta con un certificado de secundaria. Además, donde muchos residentes no saben si su agua está contaminada, y mucho menos, tienen el dinero para purificarla.
Elliott explica que una de las principales razones por las que el comité tardó en finalizar un plan fue por la culpa que se depositó en las mega-lecherías, es decir, operaciones con 700 vacas o más.
“Hay mucha gente a quién culpar, muchas razones por nitratos elevados, así que pensemos menos en el pasado y veamos qué podemos hacer para reducir esos niveles en lugar de gastar el tiempo”, dijo Elliott.
De acuerdo con Elliot, existen otras fuentes de contaminación del agua, como la agricultura de riego, los tanques sépticos y los fertilizantes químicos esparcidos en los campos.
Un estudio realizado por EPA (que este comité no incluyó) nombró a las lecherías como “fuentes probables” de contaminación por nitratos en el agua de pozos residenciales.
“Todos podemos hacer suposiciones”, afirmó Elliott. “Hay cien años de agricultura aquí”.
Los miembros del comité no incluyeron a un responsable principal como fuente importante de contaminación en los planes que aprobaron. El público podrá comentar sobre los planes antes de que sean oficiales. El comité espera tener un plan final en Julio.
Por ahora, no todos están satisfechos con las recomendaciones finales. Tanto el grupo ambiental Friends of Toppenish Creek como el Buró de Agricultura del condado de Yakima planean presentar informes con sus propias críticas.
Las medidas que el comité ideó son voluntarias, algo en lo que no están de acuerdo los grupos ambientales, ya que no consideran que los agricultores cambiarán sin reglas estrictas. En respuesta, Elliott dijo que los grupos ecologistas deberán solicitar a legisladores estatales y locales la implementación de cualquier regulación.
“Los granjeros son gente capaz de solucionar problemas”
Jason Sheehan, propietario de una lechería, opina que eso no es cierto.
“Si puedes mostrarles por qué es importante, los granjeros resuelven problemas. Si a mí me muestran un problema, les muestran a ellos el problema y les explican por qué necesitamos solucionarlo, la mayoría de los rancheros encontrarán la manera de solucionarlo porque es su sustento”, dice Sheehan.
La sala de ordeño en la lechería de Jason Sheehan opera casi las 24 horas del día. Él envía alrededor de 20,000 galones de leche cada día. Como miembro del comité asesor de aguas subterráneas, trabajó para mostrarle a la gente las actualizaciones que realizó para reducir los nitratos de su operación. Él dice que los nitratos también provienen de la agricultura de regadío y los tanques sépticos. CRÉDITO: COURTNEY FLATT/NWPB
El productor dijo que las recomendaciones que ayudó a aprobar en Diciembre representan un gran paso, aunque hay más por lograr.
En su lechería de Sunnyside, las vacas se alinean en la zona de ordeño por casi 24 horas. Su lechería produce alrededor de 20 mil galones de leche cada día para satisfacer la demanda de los consumidores.
El condado de Yakima cuenta con la mayoría de vacas lecheras en el estado. Y de acuerdo con la Federación de Lechería del estado de Washington, este condado es uno de los más productivos de la nación.
Según Sheehan, los agricultores no necesitan más regulaciones, ya que trabajan para hacer mejoras. En su granja, Sheehan usa una aplicación de alta tecnología para ayudar a regar sus campos y asegurarse de que el nitrógeno no se filtre en el agua subterránea. Utiliza estiércol adicional para camas de vaca y en forma líquida como una especie de “agua reciclada” para la lechería.
Sheehan asegura que no solo depende de las lecherías solucionar el problema de nitratos en el Valle de Yakima.
“Creo que debe extenderse e incluir a todos en el valle. Todos somos parte del problema del nitrato y todos tenemos que encontrar en qué podemos mejorar hoy”, comenta Sheehan.
Pero para Rosalinda Elsa Pina, “hoy” no es suficiente.
Y mientras se alista para preparar más caldos este invierno, abre otro galón de agua de entre las filas de agua embotellada.
“El agua debe ser potable aquí, tal como es en la Casa Blanca”, dice Pina. “Esta es nuestra casa.”
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